Diosas y mitos de la ópera
LA SUITE “DIOSAS Y MITOS DE LA ÓPERA” DE FERNANDO BELLVER
Entre la muchedumbre de melómanos que ha sucumbido al influjo y la fascinación de la ópera hay numerosos escritores, cineastas y pintores. Algunos de ellos han llegado incluso a sentirse tan seducidos por la parafernalia operística que no han resistido a la tentación de incorporar esta temática en su propio trabajo creativo. La experiencia más reciente de una incursión feliz en el universo de la ópera la ha realizado el reconocido artista Fernando Bellver (Madrid, 1954), Premio Nacional de Arte Gráfico 2008. El versátil y poliédrico Bellver ha sido en 2010 protagonista de la exposición Andanzas, danzas y mudanzas de Círculo del Arte (ver revista 58), que hubo de ser prorrogada repetidamente debido a su inusitado éxito de público. Conversando con Bellver ante la serie de sus deliciosas geishas, saltó nuestra charla a Madame Butterfly, de aquí a las otras óperas de Puccini y de ellas al amplio universo operístico y sus espectaculares escenificaciones. Llegada la conversación a este punto, ya sólo fue un paso hasta dar con la idea de conmemorar el reciente IV centenario del nacimiento de la ópera con una serie de aguafuertes destinada a evocar en un lenguaje gráfico moderno e impactante las figuras emblemáticas del repertorio tradicional. Así coincidimos con el artista en el propósito de crear un mosaico de estampas que evocaran la estética, el dramatismo, el derroche pasional y el colorido que caracterizan al universo de la ópera. Todo un desafío artístico. Los resultados de aquel reto se hacen visibles ahora en la soberbia secuencia Diosas y mitos de la ópera, compuesta por las doce parejas de imágenes que presentamos en las páginas interiores. Cada pareja muestra a un personaje, tratado una vez en blanco y negro, la otra en color aplicado a mano. Cada pareja tiene la fuerza y visualidad de un cartel y el conjunto de los grabados constituye un mosaico vibrante, un estallido de formas y colores, que cautiva a quien lo contempla.
Fernando Bellver - Sobre mis diosas y heroínas - Notas de mi diario de trabajo.
El estilo gráfico de mi serie está basado en el cartelismo de los años 20 y 30, tomando como icono único las caras idealizadas de las mujeres que representan a cada ópera. El elemento diferenciador y dominante es el peinado. En unas simboliza la tragedia, en otras la serenidad, el glamour o la etnia de la protagonista. Dentro de cada peinado y a modo de estampado figuran los elementos dominantes de algún momento cumbre de la obra.
Tenemos por ejemplo en Romeo y Julieta a una Julieta con el pelo bordado con corazones. En Carmen aparecen los atrezzos de una corrida de toros en Salomé el cabello lleno de ojos que la miran espantados mientras sostiene la cabeza del Bautista. Al acometer la aventura de esta suite decidí simplificar y reducir a lo esencial el icono de las figuras protagonistas, convirtiéndolas así en una especie de tótems. La complejidad y variedad emática de las diferentes óperas me obligaba a buscar una síntesis gráfica de sus contenidos manteniendo un hilo conductor como nexo de unión ntre ellas. El destino de los personajes, que en la trama operística son objeto de grandes pasiones, suele con frecuencia desembocar en un final rágico. A pesar de ello, no he querido ahondar en el dramatismo de los finales trágicos e impregnando mi serie de dolor y melancolía. Más bien he ratado de plasmar el instante previo al desenlace trágico, el momento en que las heroínas protagonistas disfrutan todavía de la plenitud de sus pasiones. Los motivos principales de las óperas, como los de otras obras escritas por los hombres, suelen ser muy básicos y esenciales. El amor, l odio, los celos, las inseguridades, la traición, el enga- ño y el desengaño se alternan y entrelazan en toda la literatura porque, sin ellos, los ersonajes dejarían de tener vida. Es por ello que esta serie está trabajada sin adornos excesivos ni ejercicios virtuosos y se centra en las miradas e as protagonistas. Es decir, en las miradas y en las no miradas. Los ojos cerrados de La Bohème o los de Bess contrastan con la mirada insinuante de Lulú y con la altiva y displicente de Carmen.
No es ésta una serie lastrada de complejidades técnicas ni alardes supérfluos. El dibujo es otundo como un puñetazo. Reclama nuestra atención y nos obliga a volver a mirar para darnos cuenta de los recursos gráficos. En una palabra, no s na serie fácil ni de hacer ni de ver. La serie normal consta de doce planchas de zinc de 30 x 33 cms trabajadas al aguafuerte y resinas. Están stampadas “a sangre” sobre papel de algodón de 230 gramos. De cada uno de los doce retratos he realizado una versión en blanco y negro y una iluminada a mano. La tirada es de 50 ejemplares de cada pareja de retratos.
Doce parejas de aguafuertes, compuestas de una imagen coloreada a mano y otra en blanco y negro.
Estampación a sangre. Formato: 30 x 33 cm. Edición de 50 ejemplares. Cada estampa está numerada y firmada.