Annapia Antonini
Una habitación, un florero con flores azules o amarillas, unos visillos movidos por la brisa, una ventana que abre la vista sobre un velero que surca el lago: estos motivos aparentemente sencillos y cotidianos ejercen sobre la artista suiza Annapia Antonini (Lugano, 1942) un irresistible atractivo.
Su mirada penetrante y su singular sensibilidad descubren en ellos una magia especial y un magnetismo que activan su imaginación artística.
Sus dibujos y grabados nos transmiten en un lenguaje poético de gran hondura e intensidad las imágenes y percepciones de una realidad que a la artista se le revela impregnada de significados, sugerencias y emociones.
En sus obras descubrimos que la importancia de las cosas no radica en su espectacularidad sino en su esencia más íntima.